Hoy, mientras caminaba por la calle, me ha sorprendido un aguacero. Gracias a Dios llevaba el paraguas y la capa. Ahora bien, los dos estaban en el maletero del coche, estacionado muy lejos. Mientras corría para tomarlos, pensaba en la extraña señal que estaba recibiendo de dios: siempre tenemos los recursos necesarios para afrontar las tempestades que la vida nos prepara, pero la mayoría de las veces esos recursos están encerrados en el fondo de nuestro corazón y eso nos hace perder un tiempo enorme intentando encontrarlos. Cuando los encontramos, ya nos ha derrotado la adversidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario